dilluns, 3 de març del 2014

Arbeloa se cae. x EL TESTIGO

Hola a todos, hoy no escribo, hoy os mando un artículo que leí esta mañana no poco interesante sobre un jugador, indescriptible bajo mi punto de vista. Espero lo disfrutéis.

Parece increíble que la ausencia de Álvaro Arbeloa para el partido ante Italia esté levantando una polvareda de confrontaciones en el entorno futbolístico español. Para aquellos que aprecian la mediocridad del fútbol con la mano tapándose la nariz ha supuesto la caída de un mito. Cae la el telón americano donde el botones siempre acaba dirigiendo la empresa, al fin y al cabo esto es España. La mística de Arbeloa no es producto de lo que hace sobre el césped, sino de lo que dice fuera de él. La figura del madridista ha sido, es y será un rancio recuerdo de Mourinho, una postal en blanco y negro que el técnico portugués se dejó olvidada en nuestro país y que poco a poco se desgasta y corroe con el tiempo. Su nombre ha supuesto durante demasiado tiempo un emblema de aquella manera vieja y rancia de hacer las cosas. Fue acogido por Mourinho en el agobio, como un perro fiel, y consentido por del Bosque en la selección para intentar estirar lo máximo que ha podido el equilibrio entre seleccionados de Madrid y Barcelona. La tomadura de pelo parece haber llegado a su final.

La selección española, por muy campeona del mundo que sea, es una incógnita para el próximo mundial. Y tiene su mérito ser una incógnita a estas alturas, después de haberlo conquistado todo y de afrontar el reto con una plantilla que empieza a ser perecedera con el paso de los años. Lo cierto es que cada día que pasa, Del Bosque por poder permitirse menos lujos, debe reducir drásticamente sus manías extra-futbolísticas de antaño. Arbeloa es una de esas manías diplomáticas que ha mantenido hasta ayer el seleccionador para evitar batallas externas y acallar la crítica chillona. El resto de jugadores, salvo alguna excepción que aún está por pulir, son tan buenos que han ganado un Mundial y una Eurocopa incluso arrastrando la presencia de Torres o Arbeloa en sus alineaciones. El problema de llamar a jugadores con carné de selección para citas tan importantes no es la nula aportación que ofrecen, sino los infinitos recursos superiores que se quedan en casa sin usar.

Hay jugadores cuya ausencia en las convocatorias son discutibles, pero hay otras que no admiten discusión. Arbeloa no se queda fuera de los planes de Del Bosque por falta de minutos en su club, puesto que su rendimiento, juegue más o menos,  siempre es plano como la tabla de un carnicero. Hoy no está peor que hace dos años, hoy continúa con las mismas limitaciones de siempre. El talento no se consigue entrenando y la técnica no se puede pulir con 31 años. Se aprecia el esfuerzo que el futbolista salmantino está desarrollando en los últimos meses para aprender a centrar o driblar a los rivales. Y me consta que en un par de ocasiones incluso lo ha conseguido, pero a estas alturas se antoja como una maniobra completamente insuficiente e inalcanzable. Al seleccionador le queda poco margen para la diplomacia y las circunstancias obligan a inclinarse por la meritocracia.

Ancelotti, como antes Mourinho, puede permitirse ante la diversa calidad de los rivales, el lujo de jugar partidos poco exigentes con la banda derecha anulada, Del Bosque a estas alturas sabe que no. En una cita mundialista y con las dudas que ofrecen algunos talentosos de la selección no puedes jugar con un lateral prisionero de sus inseguridades ofensivas, y extremadamente nervioso porque toda su existencia está volcada en sus acciones defensivas. Para que Arbeloa salga satisfecho de un encuentro, como los árbitros, debe pasar desapercibido, y para ello pasa el partido rezando a la virgen de Lourdes para que los rivales no encaren por su banda. Prefiere no salir en la foto con tal de no tocar el balón.

Arbeloa lleva toda su carrera ocultándose tras el talento de los demás y la única repercusión individual que ha logrado alcanzar en los medios de comunicación obedece a sus malas artes en el terreno de juego, cuyo dominio es absoluto, o a sus lamentables declaraciones cada vez que se le ha tenido la oportunidad. En la lógica de Mourinho consiguió encontrar el paraíso perfecto para perpetuarse en la selección, ya que el técnico portugués valoró en sus decisiones técnicas lo único en lo que Arbeloa podía destacar, una conveniente lealtad. El lateral madridista siempre se ha visto obligado a refugiarse en el grupo y en los conflictos colectivos para cubrir sus carencias individuales. Sin grupo doméstico, ni enemigos comunes ni reyertas callejeras tendrá que afrontar por primera vez en solitario a su cruda realidad.